Hoy, cuando en medio mundo se vive ya en un Estado de derecho, estamos empezando a comprobar cuán complejo, espinoso y delicado es el ejercicio de la Justicia. En particular, cuando los medios de comunicacion se han erigido en mentores a la vez de la Justicia y de la opinion publica y cuando esta a punto de ponerse finalmente en practica entre nosotros la Ley del Jurado, que, como en toda democracia que se precie, compromete al ciudadano a enfrentarse con la responsabilidad de determinar la culpabilidad o la inocencia de un ser humano. No pueden ser, pues, mas oportunas estas reflexiones de un escritor de la talla de Andre Gide (1869-1951), Premio Nobel de Literatura en 1947, que fue jurado en un tribunal y que, preocupado por los problemas que genera la Justicia, creo en su momento una celebre coleccion, titulada como este libro, que reunia y analizaba casos que de pronto escapaban a las reglas de la psicologia tradicional y desconcertaban a la Justicia. No juzgueis sigue siendo hoy una referencia inestimable para guiarnos en el laberinto de argumentos y sentimientos contradictorios a la hora de tener que emitir un juicio en publico o en privado. Esta edicion de No juzgueis, publicado por primera vez en 1930, se basa en la edicion francesa definitiva de 1957, compuesta de los siguientes textos: Recuerdos de la Audiencia, El caso Redureau, La secuestrada de Poitiers y Sucesos. El primer texto es fruto de sus impresiones durante los doce dias en que Gide fue jurado en el tribunal de Ruan. Le siguen dos casos espeluznantes, como cualquiera de los que continuan ocurriendo hoy en dia, que, a principios de siglo, habian conmocionado a toda Francia y que Gide nos cuenta con envidiable lucidez en toda su atroz complejidad: El caso Redureau, el de un niño docil y amable que mata a toda su familia y a una criada, y La secuestrada de Poitiers, el caso de Melanie Bastian, encerrada durante veinticinco años en un cuarto sordido, en la mas completa oscuridad y rodeada de basura, por su madre, una viuda muy bien vista por su entorno. Sucesos describe otros casos que ilustran por que Gide escribio: Ahora se que es muy distinto hacer justicia y ayudar a hacerla uno mismo... No estoy seguro de que una sociedad pueda pasar sin tribunales y sin jueces, pero pude sentir con profunda angustia hasta que punto la justicia humana es dudosa y precaria. Hace mucho años, habiamos publicado ya, en tomos separados y en la Serie Cotidiana dirigida por Ricardo Muñoz Suay, dos pequeños tomos, La secuestrada de Poitiers (Cuadernos Infimos 6, 1969) y El caso del inocente niño asesino (El caso Redureau) (Cuadernos Infimos 25, 1971). De Gide tambien tradujimos en 1971 El regreso del hijo prodigo (Marginales 19) y, mas recientemente, la esplendida antologia de Montaigne, titulada Paginas inmortales (Marginales 125).
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