No descubro nada nuevo si afirmo que Orwell fue uno de esos hombres que supieron detectar una inflexión profunda en la concepción democrática de su época. ¿Qué sucedió en ese período de la Historia? Sin duda, un sombrio naufragio: el de la razon y el de la libertad. Y fue su desafecto, su rechazo a los sucesos que contemplaba lo que le hizo, en el sentido nietzscheano del termino, reafirmar su contemporaneidad, adhiriendose a su tiempo como un galapago a su concha, pero no para silenciarlo, y menos aun para reverenciarlo, sino para poner al descubierto todos y cada uno de los entresijos mas sombrios y perversos de su epoca. Sobre las cenizas de este sombrio horizonte se instala la escenografia de sus dos obras de mayor peso y estatura literaria: Rebelion en la Granja y 1984, relatos que son imagenes vivas de un tiempo herido que ya forma parte de la Historia: la pasada, la presente y la futura; un paisaje desolado que no cabe olvidarlo, y menos aun desconsiderarlo, si lo hicieramos estariamos realizando una lectura indecorosa de la Historia. Esperemos no caer en tamaña ignominia, porque sabemos bien que Itaca es el camino, y que lecturas como las que propician las paginas escritas por Orwell nos permiten recorrerlo, aunque no sin el logico desasosiego. Orwell fue capaz de advertir los germenes de inhumanidad que se esconden en unas ideologias que hacen de los hombres unos seres inacabados. Como agudo analista de los escenarios politicos de la Europa de los años treinta y cuarenta, supo percibir la existencia de unos regimenes que se valian de una nueva y poderosa arma con la que manipular las conciencias, y de paso, la propia Historia: el lenguaje, una neolengua con la que se puede despersonalizar la vida interior de cada hombre. Como hombre de su tiempo, comprendio que cuando se cercena la libertad, la legitimidad queda reducida a la realidad que impone el ferreo aparato burocratico del Estado totalitario, quien establece que todo lo que dictamina el Partido es legal e infalible, lo que conduce, inexorablemente, a la partidolatria, y con ella, la total identificacion entre Estado y sociedad, porque, como leemos en Moscu frontera, las palabras y las consignas del Partido no son otra cosa que la palabra de Dios. Este conjunto de razones han hecho que su obra y su persona se reivindiquen con el tiempo.Juan Alfredo Obarrio Moreno es Licenciado en Historia y en Derecho. Catedratico de Derecho Romano (Univ. de Valencia). Autor de 22 monografias. Entre sus lineas de investigacion cabe destacar sus estudios de tradicion romanisticas, sobre la Universidad, sobre la Apologia de Socrates, asi como su inquietud por abordar la relacion entre Derecho y Literatura, a la que ha dedicado cuatro monografias. Es Academico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislacion de España, del Instituto de Historia de la Intolerancia, Inquisicion y Derechos Humanos, asi como de la Fundacion Universitas.
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