Juan de Valdés (Cuenca, h. 1500) fue en su juventud criado de la poderosa familia Pacheco en Escalona, donde parece que se formó su rupturista conciencia religiosa. Estudió retórica y lenguas clásicas en la humanística y renovadora Universidad de Alcalá, donde publicó el Diálogo de doctrina cristiana (1529), de inspiración erasmista. Poco después, y ante el temor a un proceso inquisitorial, partió a Italia, bajo la protección de su hermano mayor Alfonso, alto funcionario del emperador Carlos V. Juan de Valdés ocupó en Italia varios puestos vinculados a la diplomacia derivada de la política imperial y el papado, primero en Roma y a partir de 1534 en Nápoles, donde murió en 1541.
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Edición de Lola Pons RodríguezEn Nápoles, la más española de las ciudades italianas, bajo el gobierno del virrey don Pedro de Toledo, Juan de Valdes escribió un inteligente retrato de la lengua española de su tiempo que se convierte tambien en un retrato de esa España imperial ubicada fuera de España. El Dialogo de la lengua (1535) disfraza, bajo la forma de una conversacion entre cuatro personajes, una descripcion muy aguda de como era el español en el siglo XVI, que discusiones ideologicas y esteticas despertaba la lengua en esa etapa y que distintos tipos de personajes, hablantes nativos o aprendientes de español, podian convivir en los circulos cortesanos de Napoles en ese periodo. La obra recrea como, a primera hora de una tarde cualquiera, se inicia en un lugar cercano al mar un coloquio que se prolonga hasta el crepusculo; un dialogo chispeante, de tono amable pero no encorsetado.
Edición de Lola Pons RodríguezEn Nápoles, la más española de las ciudades italianas, bajo el gobierno del virrey don Pedro de Toledo, Juan de Valdés escribió un inteligente retrato de la lengua española de su tiempo que se convierte tambien en un retrato de esa España imperial ubicada fuera de España. El Dialogode la lengua (1535) disfraza, bajo la forma de una conversacion entre cuatro personajes, una descripcion muy aguda de como era el español en el siglo XVI, que discusiones ideologicas y esteticas despertaba la lengua en esa etapa y que distintos tipos de personajes, hablantes nativos o aprendientes de español, podian convivir en los circulos cortesanos de Napoles en ese periodo. La obra recrea como, a primera hora de una tarde cualquiera, se inicia en un lugar cercano al mar un coloquio que se prolonga hasta el crepusculo; un dialogo chispeante, de tono amable pero no encorsetado.