El corazón, dice Pascal, tiene razones que la razón desconoce. Este conocido aforismo del filósofo francés medula la novela de Margo Glantz, como si se tratara de manera literal de un andante con variaciones: los personajes se reunen en un velorio y, en procesion pueblerina, se dirigen a la iglesia del convento donde oyen misa de cuerpo presente antes de trasladarse al cementerio local, situado en un valle rodeado de montañas; entre ellos, casi anonima, Nora Garcia, la protagonista, de regreso en el pueblo -despues de una larga separacion- para asistir al velorio de Juan, su ex marido, musico como ella, quien acaba de morir de un infarto de miocardio. El corazon, el verdadero centro del relato y de la vida, reloj humano que mide con perfeccion nuestro tiempo corporal y a la vez se nos presenta como el organo del deseo. ¿No decia Roland Barthes que el corazon se hincha, se rompe, desfallece, igual que el sexo? La variacion se utiliza como clave de la organizacion narrativa. Se parte del material mas trillado, parodico, banal, para realzar el arte de la combinacion, la transfiguracion, el uso sistematico de un canon y la edificacion de una amplia estructura a partir de una obsesion monocorde. Esta poetica abre un campo de accion sin limites para la invencion; permite que los elementos mas importantes del relato permanezcan y se repitan -modificados, degradados, engrandecidos, copiados al carbon-, como si fueran sus pivotes estructurales: realzados con numerosas intercalaciones y digresiones a la manera de las variaciones Goldberg de Juan Sebastian Bach, en especial la interpretacion caprichosa que hiciera de ellas Glenn Gould. La vida, dice el tango, es una herida absurda. Nora Garcia la va viviendo como un derrumbe, una pulverizacion, aunque tambien como la posibilidad de empezar de nuevo, en esta excelente novela de la prestigiosa escritora mexicana Margo Glantz.
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