Antaño conocido como la rosa de los Llanos por su belleza y prosperidad, Ortiz es ahora un pueblo en ruinas, asolado por la guerra y la enfermedad. Entre sus escombros y los ecos de una gloria pasada vive Carmen Rosa, una joven que sueña con un futuro lejos del recuerdo y la muerte, alla en el desierto, donde dicen que la prosperidad brota de la tierra y de la noche a la mañana nacen flamantes pueblos en los que la vida bulle con ardor. Casas muertas y Oficina N.º1 forman un diptico que marco un hito en la literatura venezolana y fue admirado por escritores como Gabriel Garcia Marquez y Pablo Neruda. Con un lirismo extraordinario, Miguel Otero Silva nos muestra la lenta agonia de un pueblo herido de muerte, y el nacimiento apresurado de los primeros asentamientos petroleros del pais.
Yo no vi las casas ni las ruinas. Yo solo vi las llagas de los hombres Antaño conocido como la rosa de los Llanos por su belleza y prosperidad, Ortiz es ahora un pueblo en ruinas, asolado por la guerra y la enfermedad. Entre sus escombros y los ecos de