Rosaura Álvarez, nació en Granada, es licenciada en Historia y Ciencias de la Educación. Ha realizado estudios de música, pintura y grabado. Es miembro de número en la Academia de Buenas Letras de Granada. Tiene publicados varios ensayos y los siguientes poemarios: Hablo y anochece, De aquellos fuegos sagrados, Diálogo de Afrodita, El vino de las horas... Sobre su poesía nos dice Biruté Ciplijauskaité: "La melodía interior se filtra a través de la palabra justa escogida por una conciencia lúcida, dejándole al lector la tarea de decidir cuánto fuego queda contenido en los versos bien labrados".
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«Aquí pueden entreverse las grandes líneas de fuerza de su esencial pensamiento estético que nos proporcionarán algunas claves para la comprensión de su universo poético y de las piezas poéticas que lo nutren, esos poemas a través del tiempo y alrededor de la palabra. Como toda reflexión basada en una genuina experiencia vital creadora y cocreadora, sus palabras son antes que nada una conquista de la razón que ha sabido nombrar la realidad de una experiencia que ofrece toda clase de resistencias a la hora de ser comprendida y mucho más a la hora de ser explicada. Se trata de un pensamiento incoativo y paradójico cuya lógica última proviene de lo que llamamos antes comprensión hermenéutica que comprensión teórica. De ahí que debamos situarnos frente a las reflexiones paradójicas no como espacios de contradicción sino como un modo de nombrar la complejidad del humano proceso de creación poética y su funcionamiento.»
Amo el silencio, el sacro silencio, pulso omnividente del pasmo por mi carne. Me duele la palabra, el gesto duele —espejos deslustrados—, pues crece la deidad y nunca anega el ansia enardecida de entregarme. Palacio amurallado soy: lujos augustos, sangre arriba; mas toda transparencia, signos todos, sombras todas, del exterior me invaden. Me abro al universo en silenciado pálpito. Me cierro al universo en mi ancha nada.
"El libro se divide en tres partes en las que la autora progresa en el consuelo de las heridas a través del arte, de la palabra y del bálsamo que suponen las pequeñas cuestiones de la existencia, O el oloroso vino de los sueños". Rosaura Álvarez nos habla a media voz, casi con la luz apagada, con la intimidad cómplice de la inteligencia de quien susurra al oído, aún a su pesar, y sabiéndose desguarnecida busca O un chal para los hombros:"la palabra." María Rosal, Cuadernos del Sur / Diario Córdoba, 3.5.2007.