En este Material, Sandra Lorenzano ofrece una brillante selección de textos de Peri Rossi, que incitan a la resistencia y la rebelión al mostrarnos un Eros, que sucumbe ante el miedo a la represión o se exalta ante la posibilidad de desafiar y transgredir.
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Editorial: Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial Unam
ISBN: 9786073092906
Idioma: Castellano
Fecha de lanzamiento: 12/09/2024
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La vida es un puzzle de numerosas piezas, dispersas, y nosotros, los ingenieros que intentamos seleccionar algunas, para configurar un sentido, una estructura, una forma significativa. Con las pistas que propongo, se puede armar, si al lector le interesa, una biografía. Nací en Montevideo, Uruguay, el 12 de noviembre de 1941 (La ciudad de Luzbel, de este libro). Fui una niña curiosa, que creyó que el saber era poder, y decidió investigar, por cuenta propia, todo lo humano y lo divino (La rebelión de los niños, La tarde del dinosaurio). En el seno de mi familia (emigrantes italianos llegados a Tierra de Promisión, Allende el Sur) aprendí mucho acerca de las pasiones y los delirios: una familia es un microcosmos (El libro de mis primos). Estudié música y biología, pero me gradué en Literatura Comparada: la fantasía me pareció un territorio más fascinante que el de las leyes físicas. Fui romántica antes de saber qué era el romanticismo; amaba las ruinas, los días lluviosos, las pasiones morbosas, la intensidad. De pequeña, mis tíos me llevaban al puerto a ver zarpar los barcos. Me enamoré de esas ballenas blancas, sin saber que un día, a los veintinueve años, un barco italiano (geometría perfecta del origen y el desenlace) me conduciría al exilio, en España. El exilio fue una experiencia larga, dolorosa, totalizadora, que no cambiaría por ninguna otra. Me costó casi diez años hacer de mi exilio particular una alegoría (La nave de los locos, Diáspora, Descripción de un naufragio). El exilio fue una pasión, tan fuerte como el amor, porque para los obsesivos, lo importante es la pasión, no el objeto. De modo que cuando el exilio acabó, busqué otra dictadura, la del amor: Solitario de amor, Babel Bárbara. Del exceso de romanticismo siempre me ha salvado la ironía, el humor y la ternura. Si imaginé El museo de los esfuerzos inútiles y Una pasión prohibida, satiricé en ellos, y en Cosmoagonías, el mundo que nos ha tocado vivir. De los barcos me ha quedado un amor por sus imágenes en madera, en papel, en sellos, que colecciono con el furor de los fetichistas. Me gusta escribir vestida de blanco: pantalón blanco, camisa blanca, y con mucho papel (en blanco) sobre la mesa. Sigo siendo en parte La insumisa que fui desde la infancia. Mi paisaje favorito: Europa después de la lluvia. Está agotado. Dejo al lector el sentido simbólico de este hecho. Los próximos paisajes serán nuevos.