White Mike es delgado, pálido y distante; lleva el pelo rubio muy corto, viste tejanos, sudadera con capucha y un oscuro abrigo Brook Brothers. Ascético y solitario, no fuma, no bebe, no se droga. Lee a Camus y a Nietzsche, y ha terminado el instituto. Era un buen estudiante, pero ahora lleva seis meses sin hacer nada y todos suponen que se ha tomado un año sabatico antes de empezar la universidad. O mas de un año. Entretanto, White Mike se ha convertido en un camello sumamente eficaz y esta ganando una pequeña fortuna. Que, sin duda, aumentara considerablemente en los cinco dias proximos, entre Navidad y Año Nuevo, cuando todos los estudiantes de la privilegiada burguesia a la que tambien pertenece White Mike vuelvan de sus casas de vacaciones, avidos de drogas, sexo y juerga. Alli estaran los jovencisimos Mark Rothko y Timmy, que aspiran a ser gangsters -o al menos a parecerlo- y merodean por Manhattan robando CDs de hip-hop, hablando la jerga de los negros, buscando drogas y comprando alcohol y tabaco con documentos de identidad falsos. Y la guapisima Sara Ludlow, la chica mas popular de su universidad, ocupada en organizar fiestas para conseguir su mayor ambicion en la vida: ser famosa. Y su amiga Jessica, menos guapa que Sara y bastante mas torturada, que es una adicta al Twelve, la nueva droga de diseño. Y Claude, que ha sustituido la adiccion a la cocaina por la aficion a las armas, que compra en Chinatown y almacena en su dormitorio...Cada tantos años, aparece un autor muy joven, casi adolescente, que da cuenta de la entrada a la vida de su generacion, de las maneras en que va cambiando el mundo y refleja, pero tambien construye, los nuevos lenguajes, los nuevos estilos, las nuevas mitologias. Son novelas sintomaticas que se constituyen en hitos y tienen la intensidad de lo narrado a ras del suelo, de lo que se esta contando y viviendo. Sucedio hace unos años con Menos que cero, de Bret Easton Ellis, y sucede ahora con Twelve, de Nick McDonell.
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