Toda autobiografía conlleva una dosis de valentía. Pero narrar la propia vida a través de los perros que la han acompañado añade una "ternura conmovedora al encanto de cualquier vida", como habría dicho Jane Austen.Sandra Petrignani es una escritora que siempre ha transitado por una senda muy moderna; ese punto intermedio entre la novela y la biografía, entre el relato de los hechos y la narración de vidas extraordinarias. Lo hizo con la Roma de los años sesenta en Adiós a Roma, rememorando la vida de Natalia Ginzburg en La Corsara y explorando los hogares de sus autores más admirados en Aquí vive la escritora.Ahora, Petrignani habla de sí misma con la ternura que emana de sus perros, de los muchos que han servido de silencioso contrapunto a sus relatos vitales. Y a través de ellos evoca amores y compañeros de viaje de una época pasada, como todas las épocas. Al rememorar los vibrantes años de la infancia, la juventud y la adultez, Petrignani encuentra en la escritura verdad y consuelo, risas y alegría, inspiración y felicidad. Uno tras otro, los perros son testigos de matrimonios y separaciones, penas y alegrías, y se convierten en compañeros silenciosos, oráculos que ofrecen respuestas imposibles."Sandra Petrignani escribe con un encantador ejercicio de ligereza".Ian McEwan