El undécimo mandamiento es, para un agente de la CIA, el de no dejarse atrapar y, si ello sucediera, negarlo todo. CONNOR Fitzgerald había pecado contra el undécimo mandamiento.
Veintiocho años en la agencia iban a concluir de la peor de las maneras en una fría prisión de San Petersburgo. Sin duda, su pecado es lo que le ha puesto en esa situación, pero, por encima de él.