En el Metro de Madrid, Bautista descubre un extraño fenómeno de irregularidad temporal que inicialmente le provoca temor, pero que pronto se convierte en una fascinación ineludible. Al adentrarse en este mundo subterráneo y convivir con sus diversos habitantes, va conociendo sus historias, caracteres y necesidades. Esta inmersión transforma profundamente su comprensión de los principios éticos, llevándolo a cuestionar y redefinir sus valores y la manera en que se relaciona con los demás.