Lámpara de madrugada acoge, en su parpadeo de sombra y luz, dos poemarios sucesivos. En el primero, Ángeles y cosas, los versos y fotopoemas dan voz a esas materias aparentemente deshabitadas que nos atisban desde cualquier rincón, como ángeles secretos “que nada tienen que ver con los de Rilke y Alberti” o presencias de humo que emergen de los lugares más inesperados “una copa de vino, una calle vacía o el maniquí de un escaparate” para hablarnos del olvido o de la ausencia. A esa serie inédita le sigue la sección A contraolvido, con travesías previas que son siempre la misma: la que una imaginación insular teje entre mar y cielo, incluso tierra adentro.