La conocida novela de Somerset Maugham se abría con un proverbio de Upanishad Kathara: «Arduo hallarás andar por el agudo filo de la navaja; / y penoso es, dicen los sabios, el camino de la salvación». Arduo es, podríamos decir sin ser sabios, el camino de la literatura, cuando se discurre siempre por el agudo filo de la navaja. Como Quevedo, Gracián intentó exprimir todo el jugo al idioma, aunque no necesariamente en la misma dirección. Barría fárrago y hojarasca en beneficio de la brevedad; extraía la quinta y hasta la sexta esencia de las palabras acudiendo a la etimología, a la recreación, al arte de la agudeza, apoyado con frecuencia en juegos de palabras, dobleces de sentido, retruécanos y equívocos. Pero desde Erasmo, aun pasado por Pérez de Chinchón, sabíamos que «no hay, en verdad, entre los hombres cosa más empecible que la lengua, ni cosa más saludable usando de ella como conviene». Y Gracián, que se perdía por una agudeza bien colocada, se movió continuamente en el filo de la navaja.
Ficha técnica
Editorial: Catedra
ISBN: 9788437628455
Idioma: Castellano
Número de páginas: 1632
Tiempo de lectura:
39h 19m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 04/04/2011
Año de edición: 2011
Plaza de edición: Es
Colección:
Bibliotheca AVREA
Bibliotheca AVREA
Alto: 22.0 cm
Ancho: 16.5 cm
Grueso: 5.5 cm
Peso: 1382.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Baltasar Gracián
Baltasar Gracián (1601-1658) se inició en el estudio de las letras europeas a muy temprana edad. Fascinado por materias de ética y teología, ingresó en el noviciado en 1619 para ordenarse sacerdote ocho años después. De ahí en adelante, consagró su vida a la docencia de humanidades y filosofía en distintas instituciones y a la predicación, así como a la redacción de los textos que le procuraron un lugar destacado entre los autores del Siglo de Oro. Sin embargo, estos le reportaron también desavenencias y conflictos con los miembros de su orden, que señalaban con dedo acusador el contenido escasamente doctrinal de sus obras, abordadas desde una perspectiva profana. De este modo, Gracián publicó bajo seudónimo obras tales como El Héroe (1637), El Político (1640), Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642, 1648), El discreto (1646), Oráculo manual y arte de prudencia (1647) y El Criticón (1651, 1653, 1657), cuya tercera parte determinó la caída en desgracia del autor, condenado a penitencia hasta su muerte. Su producción, sin embargo, ha influido notablemente a autores europeos posteriores de la talla de François de La Rochefoucauld y Arthur Schopenhauer.