Valera es sin duda uno de los escritores más prolíficos de nuestra literatura. Cultivó todos los géneros literarios, aunque no con igual fortuna. El aprendiz de poeta acabó siendo reconocido unánimemente como uno de los más interesantes novelistas de la segunda mitad del siglo XIX, y su labor como crítico mereció el respeto de sus contemporáneos y de generaciones posteriores. Dentro del panorama literario de su época destaca Valera por su firme voluntad de crear una literatura que se aparte de la exactitud del realismo, partidaria de la teoría del arte por el arte y fundamentalmente esteticista. Calificado por Montesinos de "anomalía literaria", Valera es el máximo representante de la corriente idealista. No sólo sus temas, sino también su estilo, elegante y culto, contrastan con la corriente imperante en aquel momento. Este hecho le restó popularidad, pero ello no pareció afectarle demasiado. (De la Introducción de Ana Navarro y Josefina Ribalta)
Ficha técnica
Editorial: Castalia
ISBN: 9788470395093
Idioma: Castellano
Número de páginas: 286
Tiempo de lectura:
6h 47m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 01/11/1998
Año de edición: 1998
Plaza de edición: Es
Colección:
Castalia Didactica
Castalia Didactica
Número: 019
Alto: 17.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Peso: 180.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Juan Valera
Nacido en Cabra (Córdoba) en 1824. Realizó estudios universitarios en Granada y Madrid. Entró en el servicio diplomático como acompañante del duque de Rivas, embajador en Nápoles, donde se dedicó a la lectura y al estudio del griego. Estuvo también en Portugal, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Bélgica y Austria. En 1861 ingresó en la Real Academia Española. Escribió artículos periodísticos y ensayos. Valera es un escritor de difícil clasificación; atacó tanto el romanticismo como el realismo y el naturalismo. Consideró que el arte no tiene ningún objetivo, excepto servir a la belleza, crear arte, pero tampoco se adscribió a los movimientos claramente esteticistas de final de siglo como el -arte por el arte- o el simbolismo; elogió la obra de Rubén Darío pero tampoco se le puede considerar modernista. Murió en Madrid en 1905.