Edición de Pedro Luis Angosto.Tras la lectura de estas palabras, silencio inmenso en la noche mexicana. El refugiado ha cerrado tristemente el libro. La misma angustia que oprimía a Azaña agobia ahora su pecho. "Y, sin embargo -se ha dicho el refugiado-, hicimos bien los que seguimos a Azaña, El cumplio, hasta el sacrificio, con su deber de español. Y nosotros cumplimos con el nuestro al creer en el. La tremenda infamia cometida contra España y contra la Republica nos afirma mas en nuestra verdad...". Vuelven a resonar, en el silencio del cuarto mexicano, frente a la pobre biblioteca del refugiado, las palabras profeticas. ¡Regeneracion imposible de la vida politica española! ¡Islote de ilusion azotado luego por el oleaje de las bajas pasiones y de las miserias!... ¡Si aquellos años!...En la profunda noche del misterio se oyen aun, repetidas misteriosamente, esas palabras... Y el tic tac del reloj que acompaña al hombre sin patria en el lento avanzar de las horas eternas.