En Mauritania no nieva, pero el poeta puede hacer que la imaginemos nevada, porque es lo imposible rememorado el pulso que sostiene estos poemas. Como escribió Kavafis en Ítaca, lo importante es el camino y en este poemario el camino deja huellas dolorosas, perdidas como la del padre, o simplemente el paso del tiempo, aquello que se amo simbolizado en el cuerpo de una mujer, fotografia multiplicada por la experiencia extrema del amor ya ocupando un territorio nostalgico que en versos cortos, en su mayoria heptasilabicos, proporcionan un ritmo donde la perdida convierte a Mauritania en un atardecer herido.Carlos Juarez Aldazabal en una ocasion escribio que la poesia es una supersticion que permite conjurar la muerte y quien sabe, si tambien vencerla.Concha GarciaEn Mauritania no nieva, pero el poeta puede hacer que la imaginemos nevada, porque es lo imposible rememorado el pulso que sostiene estos poemas. Como escribió Kavafis en Ítaca, lo importante es el camino y en este poemario el camino deja huellas dolorosas, perdidas como la del padre, o simplemente el paso del tiempo, aquello que se amo simbolizado en el cuerpo de una mujer, fotografia multiplicada por la experiencia extrema del amor ya ocupando un territorio nostalgico que en versos cortos, en su mayoria heptasilabicos, proporcionan un ritmo donde la perdida convierte a Mauritania en un atardecer herido.Carlos Juarez Aldazabal en una ocasion escribio que la poesia es una supersticion que permite conjurar la muerte y quien sabe, si tambien vencerla.Concha Garcia
Piedra al pecho es el primer libro que se edita en España del argentino Carlos J. Aldazábal, uno de los más destacados autores de su generación en Sudamerica. En opinión del jurado del Premio Alhambra de Poesia Americana, se trata de un poemario renovador para la poesia argentina que es capaz de aprovechar la cultura urbana del tango en dialogo con otras tradiciones poeticas latinoamericanas como la representada por Cesar Vallejo.
Poesía de instantes e instantáneas, en Camareta Carioca la sombra se encuentra con la luz y la dualidad se hace íntima. Por un lado, está el lúcido cuerpo de as garotas de cidade e do mundo en las calles y las playas de Leblon, Ipanema y Copacabana. Pero por otro, los callados avisos de la muerte, y en momentos, la triste certidumbre de la derrota. Ligera como el pajaro, con encanto, la poesia de Aldazabal se va en el aire y la toca el sol.