Las alegres noches de la Provenza es una hipérbole en fascículos de una España esperpéntica, que el autor imagina en un futuro incierto, mientras los reyes Felipe VI y Letizia disfrutan de unas meritorias y fatigosas vacaciones francesas, que otros llaman exilio. Algunos han creido ver en estas paginas una satira politica. Otros, una metafisica. El autor mas comedido que sus valedores, confiesa que solo quiso divertirse: Si el mundo te expulsa dandote una patada en el trasero sin agradecerte los servicios prestados a la causa y no tiene el detalle de explicarte cual es la causa, aunque el efecto lo averiguas sin su ayuda, siempre puedes mandar al cuerno a ese personaje malcriado, desagradecido, perverso y retorcido. En su replica al mundo que le prepara una emboscada de la que no conseguira salir con vida, el autor resuelve reirse de el. Es su secreta venganza, su desagravio, su derecho inalienable a la pataleta. Escondidos tras un biombo, muertos de risa y sin hacer ruido, contemplan sus aventuras Voltaire, Woody Allen, Groucho Marx, Ambrose Bierce, G. K. Chesterton, Wodehouse, Jardiel Poncela, Tomas de Aquino y otros humoristas. Si el lector quiere ver aqui una metafisica, acaso no le falte razon: los contemporaneos del Quijote distraidos por accesos irreprimibles de risa no se enteraron de lo que leian. Y el autor o el turbio grupo que se expresa a traves de el no lo oculta: pertenece a la estirpe de Cervantes y de Borges.