Lo que sostiene la trama de esta novela es la obsesión frente a las ausencias. Un hombre recibe una extraña herencia de una mujer a la que alguna vez amó. Se trata de una investigación inconclusa sobre como un grupo de escritores, linguistas y psicologos colaboro con la dictadura militar argentina del 76 para elaborar un sistema de escuchas capaz de detectar palabras disidentes en conversaciones telefonicas. En su intento por ordenar y continuar ese trabajo, el narrador se pierde en laberintos del pasado que conectan a su vez con otro fantasma: el de Haruka, una hacker japonesa que en el año 2036 pasa a la clandestinidad luego de haber creado, junto con un equipo de programadores, una red social inmersiva que permite incluso interactuar con los muertos. En "Materiales para una pesadilla" el mundo real se funde con el virtual porque ambos son el producto de una construccion narrativa, hecha tanto de lenguaje ordinario como del de la programacion. A partir de personajes que deambulan en busca de espectros politicos y familiares, cultos tecno-paganos y una realidad fragmentada compuesta de documentos perdidos y testimonios grabados en cintas de audio, Juan Mattio retoma la tradicion literaria argentina, que aborda al lenguaje como un artefacto complejo de representacion y creacion de mundos, para conectarla con el esoterismo tecnologico propio de las mejores novelas cyberpunks.
Pienso que un lector no es alguien que acumula lecturas, sino, más bien, alguien que aprende a leer de distintas maneras, guiado por diferentes preguntas, a lo largo de su vida. No creo que nadie aprenda a leer de una vez y para siempre. Todo gran texto incluso toda gran pelicula y todo gran disco nos pone en situacion de tener que volver a construir modos de indagacion y contacto con el objeto. Quisiera pensar que pude escribir no solo sobre textos y peliculas que me conmovieron, sino tambien sobre esas pequeñas modulaciones en mi percepcion.Las historias no son mas que historias. Se cuenta, se leen, a veces se escriben. El problema es comprender su poder para deformar. Comprender la distancia atroz entre la vida y las palabras. Alcanzar, por un momento, la certeza de la incomunicacion que anida en el lenguaje.