Semblanza rigurosa de Pedro Ansúrez (c. 1037 - c. 1118), Conde de Saldaña y Carrión, a quien Alfonso VI, rey de León y Castilla, le dio el señorío de Valladolid y le encargó su repoblación. Un personaje excepcional, cabeza visible de la aristocracia leonesa y pieza clave en la politica del rey Alfonso y, posteriormente, de su hija Urraca.
Tras la muerte de Alfonso III, el Magno, las sucesivas expansiones del reino astur, que dominaba las fuentes del Ebro y del Duero y la orilla derecha de este río, aconsejaron trasladar la capitalidad más hacia el centro peninsular, a la ciudad de León. Así nació este reino, constituido en el núcleo más caracterizado de la tradición hispano-goda. Este libro se dedica a los cuatro primeros reyes de la nueva titularidad hispánica: García I, rey de León (910-914); Ordoño II, rey de Galicia y León (910-924); Fruela II, rey de Asturias y León (924-925), y Alfonso IV, rey de León (926-931).
Tras la guerra civil que tuvo lugar tras la muerte de Fruela II, tío de Ramiro II, este se hizo con la corona leonesa, y se inició con su reinado uno de los de mayor trascendencia en estas tierras. Ramiro II supo y quiso mantener la cohesión de su reino y retrasar por Oriente la norma apartadiza de Castilla. Su acto más glorioso, sin duda, tuvo lugar con la victoria de Simancas, en la que leoneses, castellanos y navarros corrieron la balanza de su destino al punto de igualdad con el Califato.