Superado el rechazo inicial de un sector de la ciudadanía, reticente a la modernización de la fisonomía urbana donostiarra, los prismas de vidrio concebidos por Rafael Moneo para la desembocadura del Urumea se han convertido sin duda en uno de los simbolos de la capital guipuzcoana.
Superado el rechazo inicial de un sector de la ciudadanía, reticente a la modernización de la fisonomía urbana donostiarra, los prismas de vidrio concebidos por Rafael Moneo para la desembocadura del Urumea se han convertido sin duda en uno de los simbolos de la capital guipuzcoana.