Naomi Bellis

El padre de Sarah, lord Carleigh, ha sido confinado a los temibles calabozos de París en plena Revolución Francesa. Al parecer, la salvación depende de un solo hombre: el Caballero Jack, el ladrón más famoso de Londres a quien Sarah irá a buscar desesperada, sin saber que Jack y su padre son viejos conocidos. Años atrás, lord Carleigh no impidió que John Tremaine fuera condenado por una falsa acusación de asesinato, infamia que causó la ruina del joven y lo condujo al pie del patíbulo. Ahora, Tremaine, enmascarado por la identidad de Caballero Jack, tiene la oportunidad de vengarse, aunque para ello debe resistir los encantos de la hermosa hija de su enemigo y sus misteriosos poderes mágicos. Sarah y Jack se embarcan en una aventura peligrosa, arriesgando sus vidas y las de otras personas. Sin embargo, no estarán solos; incluso los espíritus irán a ayudarlos.

Gabriel d'Aubrigny, caballero francés y antiguo espía a las órdenes del servicio secreto británico, vuelve a Inglaterra con una bolsa de oro y planes para comenzar una nueva vida. Su suerte se desvanece como la bruma del brezal cuando una mujer encapuchada le quita todas sus posesiones a punta de pistola en una emboscada una noche sin luna. Sin un penique, Gabriel tiene que recurrir contra su voluntad a su antiguo jefe, sir Alaric. Su misión: descubrir la identidad de la persona que está utilizando magia negra para doblegar la voluntad del príncipe heredero al trono. Para ello deberá hacerse pasar por un noble adinerado y llegar al círculo del príncipe. Tras robar a un atractivo viajero, Anne Tremaine usa su nueva fortuna para hacerse pasar por una acaudalada viuda e introducirse en la alta sociedad londinense. De esta manera pretende desenmascarar al hombre que arrasó su pueblo al frente de una banda de mercenarios hace ya muchos años, acabando con la vida de muchos de sus seres queridos. Pero en su camino vuelve a cruzarse Gabriel, que la atrae, la hechiza con su magia... pero que no deja de ser peligroso, ya que su contacto enciende el deseo, pero un desliz puede enviarla al patíbulo.