En este libro Paolo Prodi lleva a cabo un ambicioso y amplio estudio de uno de los pilares de la civilización occidental: la distinción entre normas jurídicas y normas morales, es decir, entre delito y pecado. El autor muestra como dicha distincion ha hecho posible la idea -caracteristica de nuestra civilizacion- de una justicia basada en las libertades y en las garantias. Aun si se trata de un gran analisis historico, el volumen tambien explora el presente. De hecho, la obra esta motivada por la crisis que hoy afecta este equilibrio milenario debido al asalto de los fundamentalismos, a un exceso del derecho positivo que ha sustituido la etica en la regulacion de la vida individual, y a problemas como la bioetica o el medio ambiente, que exceden las codificaciones.
Este ensayo propone una reflexión, tan erudita como aguda, sobre la génesis del mercado en Occidente, ese espacio que, entre la Edad Media y la Edad Moderna, se afirmó en Europa como sujeto, como identidad colectiva y como foro autonomo para juzgar el valor de las mercancias. Paolo Prodi muestra que el sistema mercantil, en contra de lo que suele pensarse, represento historicamente un conjunto unitario que dio lugar a la afirmacion del Estado de Derecho, la democracia y las libertades sociales y economicas, hasta el punto de que la democracia no puede sobrevivir sin el mercado, ni el mercado sin la democracia politica. No obstante, en la era de la globalizacion, cuando el poder economico exige un nuevo derecho a la carta que reduzca la ley a contrato, el mercado ha entrado en una profunda metamorfosis cuyos contornos apenas vislumbramos. Un libro lucido que ofrece meditadas claves para atisbar el rumbo de las decadas venideras.
A lo largo de la primera Edad Moderna, el papado desarrolló un papel fundamental en la política europea y en la construcción del Estado moderno. Una estructura que se mantenía como un embarazoso residuo de la epoca precedente y contra la cual tuvieron que enfrentarse los nuevos organismos politicos si querian afirmar su soberania delante de cualquier pretension de poder con vocacion universal. La figura del papa-rey, con la simbiosis entre sacralidad y poder, ha proporcionado importantes elementos para la elaboracion de una nueva sintesis politica. Si por una parte el papado, al concentrar el poder espiritual y temporal en la figura bifronte del pontifice, transpone continuamente elementos sacros sobre el plano de las estructuras estatales y elementos estatales sobre el plano eclesiastico, retorciendose asi en una espiral de decadencia. por la otra, la monarquia papal ofrece al Estado moderno el modelo para incorporar la religion en el interior de la politica y para construir las modernas Iglesias territoriales. Esta es la herencia que como muestra Prodi en este brillante y ya clasico estudio. el papado de la primera Edad Moderna ha dejado a la Iglesia y al Estado de los siglos sucesivos, hasta nuestros tiempos.
Este artículo cuestiona la afirmación de que el mal de la Iglesia proceda simplemente de fuera, de una influencia exterior, «constantiniana», de la que bastaría liberarse para volver a la pureza evan