En noviembre de 2004 cuando los informativos inundaron los hogares con las imágenes de la destrucción de Fallujah, muchos ciudadanos se sintieron conmovidos. Ni siquiera la continua presencia de otras guerras mas o menos remotas pudo anestesiar esta vez el efecto psicologico. La masacre sorprendio a Siah Armajani en su estudio de Minneapolis, y lo que veia en aquellas imagenes le resultaba dolorosamente cercano, casi familiar, porque, procedente de Iran, podia reconocer en la arquitectura de Fallujah lo que quedaba de ella, en su luz cegadora, en los rostros crispados de sus habitantes, rasgos parecidos a los de su lugar de origen. Con Fallujah Siah Armajani ha sido consciente de la necesidad de rehacer el Guernica. El mismo impulso que movio a Picasso para ejecutar su obra el bombardeo de la villa vasca ha llevado a Siah Armajani a realizar esta pieza. Obviamente el Fallujah de Armajani es distinto al Guernica de Picasso. La rememoracion es traida por un par de elementos extraidos del cuadro: las llamas del edificio y la bombilla-ojo que ilumina la escena. No son iguales, pues cambian el color y la forma, pero citan la pintura de Picasso con voluntad de que se reconozcan como menciones expresas y se establezca, por parte del observador, una relacion y un nexo comun que subraya la razon de ser de las dos obras.