Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) pasó de ser un escritor casi desconocido a convertirse póstumamente en el poeta portugués más admirado y de mayor difusión. A los cinco años, se trasladó con su familia a Durban (Sudáfrica). Se educó por ello en inglés, su otra lengua literaria. En vida solo publicó dos folletos de versos y el libro Mensagem (1934), pero colaboró asiduamente en revistas como Orpheu, Athena, Contemporânea y Presença. A partir de 1914, su obra fue cristalizando en torno a los heterónimos Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, y el semiheterónimo Bernardo Soares. Cultivó los más diversos géneros, desde la crítica literaria hasta el ensayo filosófico, pasando por la narrativa. Aunque no publicara ninguna recopilación de aforismos, los escribió durante toda su vida, con su propio nombre o con el de sus heterónimos. Quizá ningún otro género se adecuaba mejor a la peculiar índole de su talento. Este volumen ofrece por primera vez una amplia muestra de los aforismos de Pessoa, prescindiendo de otros textos breves. Muchos de ellos son inéditos en español.
Ficha técnica
Traductor: José Luis García Martín
Editorial: Editorial Renacimiento
ISBN: 9788484725077
Idioma: Castellano
Número de páginas: 132
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 12/11/2014
Año de edición: 2014
Plaza de edición: Sevilla
Colección:
A la mínima
A la mínima
Número: 6
Alto: 15.0 cm
Ancho: 12.0 cm
Grueso: 0.1 cm
Peso: 116.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Fernando Pessoa
Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 1888-1935), escritor, crítico, dramaturgo, ensayista, traductor, editor y filósofo, fue una de las figuras literarias más importantes y complejas del siglo xx y uno de los grandes poetas en lengua portuguesa. Director y colaborador de varias revistas literarias, se ganó la vida como redactor de correspondencia extranjera para empresas comerciales, traductor y vendedor de horóscopos. Escribió en inglés (vivió en Suráfrica en sus años mozos) una parte de su obra, que se desplaza magistralmente de la vanguardia al clasicismo. Desdeñoso de la fama, propuso siempre lo que él llamó una “estética de la abdicación”, en la que incluía no sólo “la posibilidad de bienestar material” sino todo el sistema de relaciones humanas, desde el amor a la amistad, convencido de que el hecho divino de existir no debe asimilarse al hecho satánico de coexistir.