Ni resultó necesario esperar al ser humano para que hubiese arte, ni hará falta que siga habiendo humanos para que haya imaginación y creación por todas partes. Ahora bien, si no se trata sólo de creación humana, ¿cómo concebir la imaginación del agua, los calamares y las algas? Y, ¿de qué
modo esa imaginación tan somática nos ayuda a repensar nuestro universo onírico y nuestra especulación más extraña?