LOS CONTINUOS EXCESOS DE UN HOMBRE A DIETA

La colección “Vincapervinca” destaca, dentro del panorama editorial extremeño, por sus arriesgadas propuestas: unas novedosas, otra atrevidas. Unas veces, obras primeras de autores desconocidos pero interesantes; otras, obras de autores ya con un larga trayectoria detrás, pero cuyo trabajo necesita un “contexto” adecuado, por su atrevimiento, su capacidad de provocar sorpresa, sus guiños a la llamada “literatura de vanguardia o de avanzada”, etcétera. Los continuos excesos de un hombre a dieta es, pues, un libro “distinto”; un libro cuyas (implícitas y declaradas por el autor) contradicciones, ya anticipan en las primeras páginas un epígrafe de John Cage: “No tengo nada que decir / y lo estoy diciendo / y eso es poesía”, y otro de Nicanor Parra: “Mi poesía puede perfectamente / no conducir a ninguna parte”. De hecho, es la poesía del autor chileno (cuya obra está siendo publicada ahora por completo en España), con sus juegos y su gusto por la ruptura de moldes, uno de los principales referentes de esta nueva entrega de Gómez. Joaquín Gómez era conocido hasta ahora por su obra visual, que deja su impronta también en la “presentación”, en la puesta en página, de muchos de los textos de este último libro. Pero aquí el lenguaje vuelve al territorio de las palabras en sentido estricto y utiliza recursos de la poesía tradicional. Una poesía en la que conviven el sexo, el humor y el placer que producen los objetos “intelectuales”, es decir (siguiendo con el interés de Gómez por la obra de Duchamp), los ready-mades poéticos. “Extraviado en el alfabeto / está tu nombre. Sin forma. // Mas muchas letras / habré de sacrificar / para llegar a ti”, dice uno de los poemas. Y otro, titulado “Efecto bumerán”: “Desde el silencio, la palabra / se arroja al espacio y regresa, / de inmediato, al punto de partida”.