Los politicólogos, en general, han tendido a considerar a todos los actores políticos organizados como grupos de interés, y por ese motivo han pasado por alto con benevolencia el papel que cumple la identidad grupal al definir y guiar a muchos grupos de trascendencia politica que actuan en democracia. Sin embargo, es evidente que la teoria de la democracia y la politica democratica no pueden darse el lujo de ignorar la influencia -positiva o negativa- que la identificacion con un grupo ejerce sobre la vida de las personas: los grupos identitarios no representan solo lo que la gente quiere; representan, sobre todo, lo que la gente es. Pero, ¿como afecta la existencia de estos grupos organizados a la teoria y a la practica de la democracia? ¿Cuando la nacionalidad, la raza, la religion, el genero, la orientacion sexual o cualquier otra identidad de grupo se convierten en motivos, suficientes o no, para la accion politica democratica? ¿Que grupos de identidad se debe fomentar y a cuales se los debe desalentar? ¿Que acciones fundadas en la identidad pueden promover u obstaculizar la justicia democratica? ¿Acaso algunos grupos identitarios minan el bien democratico comun, y de ese modo pierden su propia legitimidad? En esta obra, Amy Gutmann, una de las mas lucidas pensadoras politicas contemporaneas, aborda las cuestiones fundamentales del debate politico de nuestro tiempo, restituyendo a las discusiones una complejidad aparentemente perdida en la expresion de posiciones antagonicas y extremas. En su opinion, antes que intentar suprimir las politicas basadas en la identidad, pero tambien antes que estimularlas de modo irreflexivo, se trata de aprender a distinguir entre aquellas demandas de los grupos identitarios que contribuyen a una mayor justicia en la sociedad, y aquellas otras que la impiden.
En una democracia, uno de los asuntos más importantes que deben dilucidar los ciudadanos es el de la educación, un ideal a la vez político y cívico. Porque cuando se educa a un niño al mismo tiempo se le gobierna y, a la vez, ser un ciudadano democratico implica gobernar. Por lo tanto, el ideal de la educacion democratica consiste primero en ser gobernado para luego gobernar. La educacion no solo facilita el escenario en el que se desarrollan las politicas democraticas, sino que desempeña un papel central en el. Un doble papel que lleva a uno de los problemas morales prioritarios de la politica: ¿quien debe asumir la autoridad para definir la educacion de los ciudadanos en una democracia? Esta es la cuestion central planteada por Amy Gutmann en el presente libro, el primero dedicado integramente a la teoria democratica de la educacion. La autora aborda una extensa serie de temas, desde la censura y prohibicion de libros al papel de los sindicatos docentes en la educacion, asi como tambien las controvertidas cuestiones referidas al apoyo publico para las escuelas privadas o las distintas opciones de ingreso en la universidad. Y su mensaje no puede ser mas claro: las buenas leyes son el origen de la buena educacion, y la buena educacion, a su vez, crea buenos ciudadanos.