La Iglesia católica española, delegación local de un Estado teocrático extranjero, el Vaticano, sobrevive gracias a que el erario público dedica una ingente cantidad de recursos al pago de su estructura, sus nominas, su red educativa y el mantenimiento de sus templos. En su dimension politica, la Iglesia española se dedica a frenar cualquier empeño social o moralmente emancipador. En su dimension economica es al mismo tiempo una empresa en rescate publico permanente y una potente sociedad que opera a resguardo del radar del fisco siguiendo el manual del neoliberalismo. El impacto social de su actividad economica, sobre todo en la enseñanza y la asistencia social, es gigantesco, ya que se asienta sobre la anulacion de los principios de universalidad, solidaridad, equidad y redistribucion, sustituidos por una mezcolanza de liberalismo educativo de fachada meritocratica y caridad inmovilista.La Iglesia, aferrada a unos privilegios entregados por el franquismo como botin de guerra, se beneficia del regimen fiscal de una ONG para desplegar una actividad mercantil tan discreta como profesionalizada en campos que creeriamos reservados a empresas consagradas al beneficio puro y duro. Asesorada por la gran banca, incrustada en la elite economica, la institucion catolica no ha desdeñado ni la especulacion ni las tecnicas de elusion fiscal a su alcance. Mas parecida al Opus que a Caritas, mas a los kikos que a los franciscanos, mas a Wojtila que a Bergoglio, mas a la banca vaticana que al monte de piedad, la Iglesia española es hoy una institucion apartada de sus fines vocacionales.Del descarnado retrato que Iglesia SA ofrece de la organizacion que ha ejercido de historica rectora de la moral española se deriva una pregunta que reclama respuesta urgente: ¿cuantos principios y valores pueden sacrificarse antes de que una institucion pierda su razon de ser?