Amelia B. Edwards, admirada por Dickens y asidua colaboradora de su revista All the Year Round, fue muy conocida en la época victoriana por sus cuentos fantásticos y de misterio, y también por su labor como egiptologa. El carruaje fantasma y otros cuentos goticos reune la totalidad de su original contribucion al genero. En ellos no faltan los escenarios goticos tradicionales iglesias solitarias, cruces de caminos, cementerios pero es notable la novedosa introduccion de paisajes industrializados con minas, lineas de ferrocarril y grandes obras de ingenieria. Y, aunque la vena tragica deje su impronta y sean relevantes los crimenes mas espantosos, las apariciones urdidas por Edwards son generalmente benignas, casi afectuosas, y muchas veces salvan vidas. La muerte forma parte de la vida cotidiana, parece decir la autora, no podemos desprendernos de ella; no es raro que a veces hasta la veamos. El espiritu cientifico victoriano obliga, sin embargo, ante los fenomenos extraños, a ser prudentes y a instalar la duda en todo lo que nos ofrecen los sentidos: confiar en la impresion no siempre es razonable. Estos quince cuentos estan dedicados precisamente al analisis de la impresion, con una inteligencia y delicadeza memorables: les corresponde el original merito de haber modernizado, sensibilizado y pulido de faciles tremendismos el genero gotico.
Esta novela de suspense electrizante no gira alrededor de grandes criminales sanguinarios sino de un ama de casa de clase media del Londres suburbano de la década de 1950. Louise está casada, tiene dos hijas de seis y ocho años y un niño de siete meses que se pasa las noches llorando. Ella practicamente no duerme y aun asi tiene que ocuparse de una casa repleta de osos de peluche manchados de mermelada, latas medio llenas de pintura seca, ropa sin planchar y botones sin coser. Y de un marido imperdonablemente exigente. Las enfermeras le dicen que tiene que crear una atmosfera de calma y tranquilidad y no transmitir sus preocupaciones al niño; sus amigas cultivadas le hablan de madres modernas y del subconsciente. Ella cree que no es infeliz, sino que tiene felicidad, como una tiene un vestido de tarde guardado en el fondo de un armario. En el caos de su vida aparece ademas una inquilina, una profesora de instituto a la que tanto ella como su marido creen haber conocido antes, no recuerdan donde ni cuando. Su comportamiento extraño siembra dudas y sospechas en la cabeza de Louise, aunque siempre se siente obligada a pensar si no seran imaginaciones suyas, y, dramaticamente, es su propia conducta la que se vuelve sospechosa. En "Las horas antes del amanecer" (1958), Celia Fremlin, para algunos la Patricia Highsmith britanica, se revela como una maestra mordaz en la creacion de un ambiente de misterio y pesadilla en el que se revuelven tortuosamente las ideas de feminidad y maternidad.
Amelia B. Edwards, admirada por Dickens y asidua colaboradora de su revista All the Year Round, fue muy conocida en la epoca victoriana por sus cuentos fantásticos y de misterio, y tambien por su labor como egiptologa. El carruaje fantasma y otros cuentos goticos reune la totalidad de su contribucion al genero. Inquietantes experiencias en los Alpes, la Selva Negra y los grandes espacios de la naturaleza se combinan sin dificultad con los enigmas de lo cerrado: habitaciones encantadas, castillos con secretos, conventos abandonados, fabricas con espectros, carruajes fantasma En general, la voz narrativa deja en manos del lector decidir si la historia que cuenta sucedio o no en realidad, porque el acercamiento se debate precisamente entre dos extremos tipicos de la cultura victoriana: el espiritu cientifico y la creencia en el prodigio.
¿Con qué fundamento diferenciaba siempre la sociedad, de forma tan instantánea e irrevocable, la realidad de la fantasía?
Louise está casada, tiene dos hijas de seis y ocho años y un niño de siete m