Daniel Gamper (Barcelona, 1969) es profesor de Filosofía Política en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde ha centrado su investigación en el universo conceptual de la democracia y el liberalismo. Ha publicado Laicidad europea y La fe en la ciudad secular. Ha traducido obras de Nietzsche, Habermas, Scheler, Butler y Croce, entre otros. Escribe periódicamente en Ara y en «Cultura/s», de La Vanguardia.
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47.º Premio Anagrama de EnsayoSe dice que las palabras públicas han perdido valor, que la verdad y la mentira son ya indistinguibles: vivimos envueltos en el ruido, implacablemente sometidos a la interaccion comunicativa electronica. Al mismo tiempo, se reivindica sin pausa la libertad politica de hablar o de callar, pues solo voluntariamente, sin coacciones, se emiten las mejores palabras. Quien sabe, sin embargo, si lograran hacerse oir.¿Es posible preservar las palabras intimas de la vulgarizacion publica? ¿Que circunstancias favorecen el surgimiento y la transmision de las mejores palabras? ¿Que tipo de actividad es la escucha? ¿Cuando conviene el silencio y cuando esta justificado gritar? ¿Quien esta lo bastante seguro para poder reirse de casi todo?En este ensayo se recorren circunstancias publicas y privadas de despliegue de la palabra sin tutelas externas; ocasiones en las que la palabra es ahogada y reprimida, pero tambien otras en las que aun alienta la humanidad. En la casa se aprenden los rudimentos del habla y se manifiesta su finalidad primordial, el cuidado y la inclusion en una comunidad linguistica y moral. En la escuela se disciplina a las palabras y se las articula a partir de un modelo de conversacion racional orientada a la busqueda colectiva de la verdad. En el espacio publico, la democracia necesita palabras que circulen sin obstaculos, que mantengan minimamente a salvo el vinculo de la representacion, y a su vez prohibe aquellas que amenazan con la disgregacion social. En las redes y los medios de comunicacion, por su parte, raramente se cultivan con esmero las palabras, sino que se las deja florecer sin control, permitiendo que se impongan las mas feroces. En todos estos casos, la libre expresion es siempre un acto de resistencia y de coraje.Las mejores palabras no es un tratado, ni una apologia, ni un libro de filosofia: es un ensayo sobre la busqueda y seleccion de las mejores palabras a lo largo del cual se declina una voz personal e idiosincrasica, mas orientada a la conversacion que a las conclusiones.
47.º Premio Anagrama de EnsayoSe dice que las palabras públicas han perdido valor, que la verdad y la mentira son ya indistinguibles: vivimos envueltos en el ruido, implacablemente sometidos a la interaccion comunicativa electronica. Al mismo tiempo, se reivindica sin pausa la libertad politica de hablar o de callar, pues solo voluntariamente, sin coacciones, se emiten las mejores palabras. Quien sabe, sin embargo, si lograran hacerse oir.¿Es posible preservar las palabras intimas de la vulgarizacion publica? ¿Que circunstancias favorecen el surgimiento y la transmision de las mejores palabras? ¿Que tipo de actividad es la escucha? ¿Cuando conviene el silencio y cuando esta justificado gritar? ¿Quien esta lo bastante seguro para poder reirse de casi todo?En este ensayo se recorren circunstancias publicas y privadas de despliegue de la palabra sin tutelas externas; ocasiones en las que la palabra es ahogada y reprimida, pero tambien otras en las que aun alienta la humanidad. En la casa se aprenden los rudimentos del habla y se manifiesta su finalidad primordial, el cuidado y la inclusion en una comunidad linguistica y moral. En la escuela se disciplina a las palabras y se las articula a partir de un modelo de conversacion racional orientada a la busqued
En la ciudad secular, se dice, deberían imperar de manera exclusiva las razones compartidas por todos. Los ordenamientos democráticos han de considerar por igual a todos los ciudadanos, con independencia de su confesion religiosa. Sin embargo, la creciente diversidad de los paises occidentales exige una actualizacion de estos principios reguladores de la vida politica. Nuestra sociedad es secular, en el sentido de que los dogmas religiosos no tienen el rango de ley. Sin embargo, la religion no ha desaparecido del espacio publico ni ha sido privatizada.Pero si la vitalidad de las religiones parece poner en duda la tesis de la secularizacion, ello no permite afirmar que se este produciendo un retorno de lo religioso. El debate acerca de la laicidad intenta precisar el lugar que le corresponde a la religion en la democracia determinando los mecanismos institucionales que garanticen al mismo tiempo la libertad de conciencia y la libertad religiosa.
¿Es legítima la presencia de crucifijos en las aulas escolares? ¿Deben prohibirse los atuendos religiosos que cubren el rostro? ¿Son admisibles las razones confesionales en sede legislativa? El debate sobre el papel de la religion y los limites de la libertad de conciencia nos interpela todos los dias. Corresponde a la laicidad propiciar la coexistencia en la diversidad y garantizar una separacion entre Estado y confesiones religiosas que proteja a ambos de injerencias reciprocas. El contexto de estos problemas es una Europa en la que no se ha realizado el diagnostico ilustrado de una sociedad plenamente secularizada. Una sociedad diversa acoge ciudadanos religiosos que articulan su participacion politica con motivaciones confesionales. La filosofia politica postsecular debe responder a estos nuevos retos evitando los extremos del positivismo cientifico y de la supersticion religiosa.
Quien pregunta "¿de qué te ríes?" no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír.La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y discriminadora. Aunque la educacion intente disciplinarla e indicar los modos correctos de su emision, lo hilarante es indomable porque habla el lenguaje del cuerpo y se desencadena mas alla del bien y el mal. El "buen humorista" es mas gracioso que el "humorista bueno".Hoy, las pantallas siembran entretenimiento y cosechan carcajadas. Estas risas masivas, electronicamente difundidas, son melodias para cualquier ideologia: rien los fascistas y rien los buenistas. La libertad de expresion es colonizada por lo provocativo y lo abyecto. El pensamiento se hace caricatura y se mercantilizan las bromas.Daniel Gamper sostiene que los tiempos estan maduros para nuevos aguafiestas que pongan palos en las ruedas de la risa. Tras leer este libro no volveras a reir sin antes detenerte a pensar donde, como, cuando, con quien y por que lo haces.
Quien pregunta «¿de qué te ríes?» no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír.
La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y di