Los museos de historia suelen ser espacios en donde el pasado permanece disecado; y disecar, según común definición, es preparar un cadáver para que conserve la apariencia de cuando estaba vivo. Esta ha sido precisamente, durante decadas, la funcion del museo cuando su objeto de estudio es la historia: preparar su cadaver cual si estuviera viva. Pero la historia viva es una entelequia; el momento historico es un cruce evanescente y momentaneo de transicion entre pasado y futuro. La autentica historia viva no esta nunca en el museo, pero su herencia se puede leer, intuir o detectar en las calles y plazas de pueblos y ciudades, en el trepidar de las maquinas, en las expresiones populares, en el subsuelo de nuestros campos. Por el contrario, lo disecado es lo que ya no tiene vida; tan solo apariencia de vida. ¿Cual es la historia que transmiten los museos de historia?, ¿de que forma lo hacen? Sabido es que la historia, en el museo y fuera de el, suele ser usada para manipular el pensamiento colectivo, para generar identidades excluyentes o para justificar matanzas y guerras. Sin embargo, para poder ser utilizada como arma perversa al servicio de intereses espurios, es necesario desposeerla de todo aparato critico, amputarle partes esenciales o falsear el papel de personajes faltos de toda humanidad. Por estas razones, se puede asegurar que los pensamientos totalitarios, y las aberraciones del sentido comun a las cuales son sometidos a veces los pueblos y las colectividades, solo son posibles cuando el cuerpo social ha sido desposeido previamente del conocimiento critico de su propio pasado y del pasado de los demas pueblos. Por eso, cualquier intento de envilecer la politica suele ir precedido de la aniquilacion de la historia como disciplina cientifica. En esta tarea de adoctrinamiento, la historia es un material que estorba, y solo se puede permitir que exista si esta al servicio de la barbarie. No ha existido jamas una dictadura o un totalitarismo que no se inspirara en supuestos valores historicos previamente castrados y manipulados? El discurso de todo museo de historia debe, pues, hacer frente a esta evidencia insoslayable, a la vez que ha de tender la mano a los desafios planteados hoy por la museografia interactiva, que sin duda habra de obligarlos a reestructurarse para no seguir siendo ellos mismos, tambien, piezas de taxidermia.
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