En los tiempos actuales y en este mundo inmerso en una explosión tecnológica incesante, agobiados por la prisa, vigilados via satélito, colgados de internet y disfrutando de receptores fabulosos capaces de perseguir las emisores digitales hasta alcanzarlas como misiles infalibles, parece inconcebible que todavia existan gentes escudriñando la onda corta, escuchando la normal o la larga en una radio Philips, en una Telefunken o en una Arwater Kent de lamparas brillantes y fina ebanisteria. Pero si, existen esas gentes y aun es dado observar como el aprecio popular crece de dia en dia por esos encantadores aparatos que no responden a golpes de tecla sino a una delicada caricia de sus mandos de sintonia. Ellos fueron los leales compañeros de otra epoca y la mas importante fuente de informacion y de entretenimiento a lo largo de los años. Algo que comenzo en la decada de los veinte con la humilde galena y llego hasta un esmero irrepetible y protegidos por exquisitos muebles de cerezo, nogal o caoba.En este libro se recuerda su historia en los comienzos de la radiodifusion, y se presta especial atencion al diagnostico de sus averias y de sus achaques asi como a los remedios y recursos -casero o casi- para devolverles la salud y la prestancia. La pretension final consiste en conseguir que al girar el interruptor el dial se ilumine de nuevo y nuestro venerable receptor se despierte a la vida para trasladarnos al encanto de un ayer que permanecia dormido en sus entrañas.