Raquel Pulido Gómez es licenciada en Dirección Escénica y Dramaturgia por la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia.
Como autora teatral, destacan sus obras El abismo (Premio Luis Barahona de Soto de textos teatrales en 2010), La lengua (basada en un cuento de su autoría, Arroz con pollo, Premio de Relatos Zenobia en 2007), Melissa (accésit en el XV Certamen de Textos Teatrales Ciudad de Bailén en 2015) y Memoria de Prácticas (galardonada en la modalidad de teatro en castellano en los LIII Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián).Es autora de relatos y poemas. Algunos de sus trabajos han sido seleccionados en diversos certámenes nacionales e internacionales de literatura. Actualmente está escribiendo una novela dirigida al público infantil.
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Alma, una jovencísima maestra que acaba de aprobar las oposiciones, comienza a trabajar en un colegio con alumnos en riesgo de exclusión social. Pese a su excelente formación universitaria, pronto se da cuenta de que debe desarrollar sus propias estrategias didacticas para afrontar las dificiles situaciones con las que se encuentra en su periodo como funcionaria en practicas. Cuando al centro llega Jose, un niño gitano de ocho años, nada en la vida de Alma volvera a ser lo mismo.Alma, una jovencísima maestra que acaba de aprobar las oposiciones, comienza a trabajar en un colegio con alumnos en riesgo de exclusión social. Pese a su excelente formación universitaria, pronto se da cuenta de que debe desarrollar sus propias estrategias didacticas para afrontar las dificiles situaciones con las que se encuentra en su periodo como funcionaria en practicas. Cuando al centro llega Jose, un niño gitano de ocho años, nada en la vida de Alma volvera a ser lo mismo.
Esta historia comienza con una decepción. Mar llevaba un año soñando con pasear a su perro por el paseo marítimo la mañana del 6 de enero. Ella había pedido un perrito de carne y hueso. Sin embargo, lo que le trajeron los Reyes Magos fue un robot de plastico. El dia de Reyes paso asi sin pena ni gloria. Mar se fue a la cama y se tapo con el edredon hasta la nariz sin siquiera abrir la caja del perrito robot.