En teoría ya está todo dicho sobre la Transición. Sin embargo, ahí está la trampa pues para algunos como nosotros, pesan más los silencios que lo relatado sobre ella. A lo largo de muchos años se han configurado intencionalmente unos estereotipos que no han dejado de repetirse como mantras, cumpliendo perfectamente su mision. La historia ya esta escrita y no hay que dejar espacios al revisionismo: lo escrito, escrito esta. Una de las caracteristicas de los estereotipos es que adquieren vida propia, crecen, se arraigan y perviven en las psiques individuales y colectivas. Una vez instalados ahi, se quedan petrificados y ya es casi imposible transmutarlos. Las conversiones intelectuales son escasas en nuestra epoca, entre otras cosas porque hemos dejado de pensar. Asi, sin quererlo ni desearlo, muchisimos españoles no han podido evitar configurarse una idea o un imaginario de lo que fue la Transicion: el paso de una terrible dictadura a una democracia pura, por obra y gracia del Pueblo.La construccion de este sencillo e ingenuo imaginario, ha permitido que una parte muy importante de la ciudadania sacase esta conclusion: comparada con la dictadura, las bondades democraticas no tenian necesidad de demostrarse ni justificarse. Su legitimidad provendria de si misma y su carismatica aparicion en la historia, por la Gracia del Pueblo. Craso error. Un sistema o regimen politico, por muy democratico que sea, si no se somete a continuos autocontroles, revisionismos, debates reales, decisiones de hombres de Estado, que parecen estar actualmente en vias de extincion, entonces el sistema flaqueara. La democracia no es el Regimen, sino un regimen y en cuanto tal como ya nos enseño Aristoteles- es susceptible como cualquier otro de corrupcion e incluso de transformarse en un totalitarismo.Pero es evidente que el estereotipo de la Transicion ha funcionado mientras que ha durado un tacito consenso de silencios y complicidades entre la casta politica que se fue forjando durante estas decadas. Pero las generaciones pasan y los pactos que sirvieron en su momento dejan de tener validez y vinculacion ante nuevas generaciones de politicos y ciudadanos. Por eso, lo que denominaremos el Regimen de la Transicion ha empezado a quebrarse. Esta fractura se inicia al romperse un consenso intergeneracional que implica la perdida de una legitimidad hasta entonces indiscutida. Las nuevas generaciones politicas, escoradas hacia una izquierda radical que quiere romper con la izquierda institucionalizada surgida de la transicion. Por ello, aquella, profundamente populista, puede sin demasiados costes reinterpretar la Transicion, pues las nuevas generaciones de jovenes, carecen de anclajes experienciales, afectivos y sentimentales con aquellos tiempos (fuera uno de derechas, de izquierdas o apolitico).
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