DEMOCRACIA MARGINAL

Muchos son los que afirman que la democracia liberal y su modo de producción (capitalista) se han erigido en la mejor fórmula de convivencia social, siendo identificado como el único procedimiento de desarrollo social equilibrado y justo. Los planteamientos alternativos al sistema político que referimos no son aceptados, llegándose incluso a proceder a la deslegitimación de cualquier crítica (contenga o no una alternativa). Sin embargo, la democracia, en su forma liberal, está siendo superada por la marginalidad en la que se ha instalado y una gran parte de la población mundial ya no considera que tal sistema de organización política sea el más eficiente y eficaz. Ante este hecho se nos presentan dos posibilidades. La primera, continuar permitiendo que el sistema se degrade y la marginalidad se instale de manera definitiva o, la segunda, buscar alternativas válidas de nueva convivencia. La primera opción nos conducirá al establecimiento de fórmulas de populismo que se constituirán a mayor o menor plazo temporal en autoritarismos de nuevo cuño, y, la segunda, nos dará la posibilidad de reorganizar el marco de convivencia a las nuevas exigencias de una sociedad cada vez más compleja en la que todas las fronteras (geográficas, económicas y humanas) se han diluido.