La pasión de Joaquín Caparrós por el banquillo es imperecedera. Con 40 años cubría a diario y en coche los 700 kilómetros (ida y vuelta) que separan Cuenca de Navalmoral de la Mata. Y con 64, aceptó el puesto como seleccionador de Armenia, a 5500 kilometros de Sevilla. La maleta de los entrenadores siempre esta preparada, como la de este utrerano que en Sevilla y Bilbao, Bilbao y Sevilla, vivio dos de sus experiencias profesionales mas enriquecedoras. Sevillista de corazon, por la herencia transmitida de sus padres, cumplio un sueño en 2000 cuando el club de Nervion lo eligio para entrenar al equipo en Segunda, en el momento mas critico de su historia. Lo ascendio, lo llevo a Europa, dos veces, otras dos en su segunda etapa, y se marcho siendo el tecnico que en mas ocasiones dirigio al Sevilla Futbol Club desde el banquillo. En 2007 comenzo una fantastica aventura en Bilbao que duro cuatro años, con final de Copa del Rey incluida, y lo marco para siempre. Nunca olvidara como lo acogieron en el Athletic Club y en la ciudad. A el y a toda su familia. Hasta se hizo socio de la entidad rojiblanca."Mi mayor titulo es que a siete campeones del mundo los he entrenado o han trabajado conmigo. Porque los titulos dan prestigio y dinero, si, pero ver a esos chicos crecer, algunos desde que eran enanos, hasta llegar a lo maximo, que es ser campeones del mundo siendo, ademas, figuras en otros paises... eso no tiene precio. Para mi, esta por encima de cualquier titulo", asegura Caparros, que siente autentica devocion por ambos equipos: "Al Sevilla lo he disfrutado siempre, incluso en las situaciones mas dificiles. He disfrutado del Sevilla igual que del Athletic. Si de algo puedo presumir es de haber sido entrenador de estos dos clubes, nos cuenta este mito de los banquillos, un hombre hecho a si mismo que representa, como pocos, la casta y el coraje del himno sevillista. En estas paginas, ademas del protagonista, directivos, entrenadores, jugadores y periodistas, nos ayudan a recordar aquellas etapas en Sevilla y Bilbao en las que, Joaquin Caparros Camino, fue feliz.
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