La realidad nos invade. En ocasiones, incluso nos sobrepasa y supera. Y entre las muchas caras que presenta, la social es quizás la que más nos inquieta. Por las necesidades urgentes, inmediatas e incluso hasta angustiosas que con frecuencia le acompañan. La realidad no es algo estático, ya lo dijo Heráclito (540-480 A.C.). Pero su dinamismo, como decimos, a veces nos sobrepasa. Y casi, hasta nos supera.
El epígrafe de Realidad Social, que lleva el título de esta obra, hace referencia a un amplio campo de actuaciones, todas de carácter socioeducativo, de una enorme variedad. De hecho, podemos decir que nos afecta a la vida social completamente. Cuando hablamos, o hacemos referencia a un sujeto que lleva a cabo una intervención en este campo, lo mismo podemos estar refiriéndonos a niños como de mayores, a sujetos o grupos, a la convivencia interpersonal como a las interrelaciones y a la convivencia social, a problemas, dependencia, exclusión o necesidades de lo más diversas que se nos pueda ocurrir. De integrar en el entorno, como de sacar al sujeto de él, para generar otro muy diferente que le permita corregir su problema. Incluso, podemos estar hablando de situaciones micro personales o muy sujetas a la realidad individual, como a los grandes problemas sociales, migraciones, intervención en jóvenes o auténticas transformaciones de la relación social, con una visión macro de la vida cotidiana y sus necesidades.
La realidad social, como decimos, es muy grande, muy amplia y muy diversa. Tiene género, porque lo mismo puede afectar a uno de los tradicionalmente definidos, como a las nuevas realidades de indefinición que algunos sujetos se encuentran en vida diaria. Tiene también número, pues lo mismo sirve para describir la situación personal como la colectiva. Y se conjuga de modos muy distintos, unas veces en pasiva, consecuencia de acciones previas que la intervención tendrá que corregir, como en modo activo, afrontando realidades que el estilo de vida actual y las nuevas formas de convivencia, están generando. Lo que sí tenemos claro, que toda la problemática que en el índice nos aparece, siempre encuentra acomodo en este epígrafe; y cuando decimos «acomodo», tenemos la seguridad que conlleva una implicación directa, en forma de atención y satisfacción de necesidades.
(…)
A lo largo de la obra, el lector encontrará diversos profesionales, todos de lo social y todos agentes que intervienen cotidianamente en ella. Es su profesión, su modus vivendi y su propia realización. Nos ha interesado no su titulación de procedencia, sino su compromiso. Todos, podrás comprobar, que son enamorados de lo suyo, de lo que hacen. Y todos están enormemente comprometidos con su profesión. Pero permítenos amable lector, que resalte una cualidad común a todos ellos: su ilusión por hacerlo cada día un poco mejor. Esta es una peculiaridad que podemos perfectamente atribuir a quienes trabajan en este ámbito de lo social. Cada uno no se puede limitar a lo suyo. No se puede reducir la intervención a una acción terapéutica sin la visión del total. Sí del total, porque no es la visión del conjunto. Todos ellos están interviniendo y actúan sobre la personal, por eso es en totalidad. Porque el sujeto es uno y es parte del todo de esa sociedad que a todos llama y compromete. La mediación ha de llevar al todo. De otro modo no tiene ningún sentido actuar. Porque el sujeto (niño, adulto, mujer, anciano...