Llegamos llorando, pero lo primero que encontramos es un amor que se adueña de nuestros corazones. Sin valorarlo, ese amor siempre nos acompaña y jamás cambia, incluso cuando avanzamos por el duro camino que tenemos marcado. De todo ello, solo queda una mochila cargada de desilusiones, un peso que ese mismo amor consigue aligerar.Padres e hijos: “un nudo constrictor de amor”.