Al descuidar el estudio del lenguaje para ir directamente a las cosas no se hace sino proyectar en el ser la sombra llevada del discurso, de sus elementos, de sus articulaciones. Sostenido por esta convicción, Guillermo de Ockham lleva a cabo, al comienzo del siglo xiv, un minucioso análisis crítico de las categorías lógicas y metafísicas legadas por Aristóteles, Porfi rio y Boecio: empresa de desrealización que no conduce a un encerramiento en el lenguaje, sino muy al contrario a un estudio riguroso de los modos según los cuales los signos verbales y conceptuales se refi eren a las cosas existentes, en su realidad singular. Este último volumen comienza por examinar las consecuencias (argumentos de la forma «si p, entonces q»), que absorben aquí la teoría de los lugares. Esta parte termina conuna exposición de las obligaciones, reglas a las cuales está obligado aquel que participa en una disputa y que formalizan así los temores de la interlocución, integrando y rebasando los de la deducción. El último tratado enseña a defendersede los argumentos falaces, tanto para no quedar burlado uno mismo como para saber argumentar en las disputas. Así, la obra lógica ockhamista ha estructurado en una summa que lleva de lo simple a lo complejo toda la materia de la lógica,integrando tanto el contenido del Organon aristotélico como los nuevos desarrollos propiamente medievales.
Ficha técnica
Traductor: Cipriano Sevillano
Editorial: Edición Personal
ISBN: 9788499461694
Idioma: Castellano
Número de páginas: 568
Tiempo de lectura:
13h 36m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 01/04/2012
Año de edición: 2012
Plaza de edición: Madrid
Alto: 24.0 cm
Ancho: 17.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Guillermo de Ockham
Guillermo de Ockham (1295-1350) es conocido como «doctor invincibilis» y otros varios títulos que indican su rica y diversa personalidad. Nacido en Ockham, al sur de Inglaterra, ingresa en la Orden franciscana y estudia en Oxford. Posteriormente aparece como profesor en esta misma universidad desde 1312 a 1324. A partir de esta fecha le vemos envuelto en una lucha dialéctica teológica y política frente al papa. Desde 1328 se pone al lado del emperador Luis de Baviera, cuya defensa frente al papa hizo suya con las célebres palabras «defiéndeme con la espada que yo te defenderé con la pluma». Refugiado en Múnich y en la corte del emperador, Ockham hizo de esa pluma su mejor arma y fue defensor de la «libertad de investigación filosófica y de la vida religiosa».