La exposición es un modo de comunicar, es un lenguaje basado en un sistema de emociones que se dirige certeramente al individuo. Se puede ser reglado, académico y ortodoxo, pero también intenso, comprometido y subversivo. Sea como sea, la exposicion trata de adaptarse a los tiempos en los que vive y se expresa; es, por tanto, un proceso abierto que no puede estar exento de riesgo y aventura. Joven museografia plantea distintas variables para poder llevar la exposicion hasta donde los canales oficiales no lo hacen. Hay un marcado componente activista y social, que busca transformar el mundo desde la practica de una cultura viva y solidaria. Con estos parametros, esta obra ofrece soluciones muy atractivas a la produccion museografica hecha por once jovenes museografos. El libro es el resultado de una aventura extrema en el contexto de la museografia emocional; recoge cinco diseños especificos de un espacio que sirve de contenedor expositivo y que puede ser instalado con facilidad, con instrucciones que permiten su montaje en un breve espacio de tiempo y sin ensamblajes ni fijaciones de caracter definitivo, y cuya mision es llevar la exposicion a cualquier lugar. Un museografo es un poeta espacial, si, pero su trabajo puede cambiar el mundo.
A pesar de que su poder de atracción sigue intacto, la exposición es hoy un vehículo adormecido por la corrección, donde el espectador sufre habitualmente el «mal del visitante de museo», esto es, el
Los museos tendrán que buscar nuevas fórmulas de experimentar el arte, nuevos y arriesgados modos de propiciar el atractivo de sus colecciones. Este es el momento de las ideas, el momento para asumir riesgos por nuevos objetivos, porque existen grandes retos por delante a los que el mundo del arte no es ajeno, no puede ser ajeno. Se necesita tener un buen plan. Como en las buenas peliculas, es imprescindible planificar las cosas que se van a hacer y como hacerlas, idear cada paso, medir los peligros y generar la accion, incluso prever un plan B. Ahora, mas que nunca, es imprescindible un posicionamiento. El plan museologico de una coleccion es su hoja de ruta, lo que le confiere personalidad y entidad. Ese desarrollo debe ser anticipado y tener la suficiente flexibilidad como para transmutarse al ritmo en que cambian su entorno y la propia vida. Las colecciones de arte no son proyectos inamovibles. Esta obra propone accion y aventuras en un mundo hostil como es el entorno del museo, tan poco enamorado de los cambios. Busca en el escenario cambiante de la cultura contemporanea el lado mas apasionado de nuestro trabajo para propiciar en los espectadores el interes por el encuentro, por la sorpresa y por la incertidumbre. Si creemos que una coleccion de arte es un hecho inocuo y restringido, estaremos equivocados.
En un vagón de ganado atestado de personas que se dirigen a un destino desconocido, un hombre que intuye su final, sin esperanza ni temor, se abandona a su imaginación. Ha llegado hasta un espléndido banquete. Un palacio de cristal, tan bello como enigmatico, un espacio inmenso, lleno de estancias, de gente que celebra, que discute, que comparten sus ideas. Es dificil soñar un escenario unico donde coincidan tantos intelectuales de todo signo y de cualquier epoca, escritores, poetas, creadores, que hablan del mundo, del mundo al que pertenecen. En ese banquete donde mentes tan privilegiadas discuten sobre la vida, sobre el daño, sobre la nada, incluso, la misma creacion, uno puede acaso concebir la grandeza y las miserias de la vida. Es extraño, en ese espacio conversan autores vivos y muertos que son ajenos al tiempo. Un imposible y con todo, real.