Un homenaje integral al hombre de hoy como ser deseante.Houellebecq pasó del total anonimato al centro de debate público cuando, en 1994, su novela Ampliación del campo de batalla se convirtió en uno de los libros mas vendidos del año gracias, simplemente, al boca a boca. Los no pocos enemigos que sembro entonces su humor sombrio, su implacable mal genio, esperaban en silencio su rapido declive. Houellebecq, una vez mas, les saco la lengua: Las particulas elementales fue el maximo fenomeno editorial frances de 1998, y la critica se deshizo en elogios para este nuevo Aldous Huxley -el de Un mundo feliz- o para esta nueva version de La montaña magica de Thomas Mann, autores con los que fue comparado. La clave acaso hay que buscarla en uno de los poemas que Houellebecq publico cuando aun no era nadie: Toda sociedad tiene sus puntos debiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: sereis verdaderos.En Las particulas elementales toma forma definitiva el ataque frontal contra los protagonistas del 68, muchos de los cuales dominan hoy, desde todos los poderes -politico, economico, periodistico- el destino de Francia. La novela narra el improbable nudo que unira los destinos de dos hermanastros: Michel, prestigioso investigador en biologia, especie de monje cientifico que a los cuarenta años ha renunciado a su sexualidad y solo pasea para ir hasta el supermercado; y Bruno, tambien cuarenton, profesor de literatura, obsesionado por el sexo, consumidor de pornografia, misogino, racista, un virtuoso del resentimiento. Encarnacion consumada, en fin, de una sociedad en que la velocidad del placer no deja tiempo al nacimiento del deseo. Ambos han sido abandonados por una madre que prefirio una comunidad hippie en California a cualquier otro empeño.El humor de Houellebecq esta mas cerca de la risa desesperada que del fugacisimo regocijo del chiste. La novela, ambientada en el estricto presente, sucede como si las mas pesadillescas parabolas de Kafka ya se hubieran hecho realidad, sin que nadie se haya dado cuenta.
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