Óscar Tinedo y Marlon Castellanos del Tejar fueron, un año cuya determinación poca importancia tiene para el desarrollo de la historia, dos de los más brillantes catedráticos de la Escuela de Letras de la universidad. Ademas, cada uno era el mas encarnizado critico del otro, si bien decir critico solo disfrazaba el termino mas preciso de enemigo; y sus diferencias en el campo humanistico habian desembocado en una agria brecha entre ambos. Durante aquella epoca, sus discusiones, acusaciones reciprocas, intentos de desprestigio y devastadoras polemicas fueron el pasto predilecto del ganado intelectual que los circundaba. Cada uno acomodaba sus ideas para que aparecieran como indetenibles refutaciones de las del contrario, alcanzando la paranoia de emitir juicios acordes con los del rival para impedirle a este cualquier eventual reaccion. A pesar de todo, la sempiterna enemistad fue conducida con mucha altura por ambos hasta donde les fue posible, hasta donde el desborde de sus propias fuerzas se los permitio. El desborde sobrevino un dia desafortunado, durante un coloquio en una sociedad literaria cuyo director tuvo la fatidica idea de enfrentar directamente a Tinedo y Castellanos del Tejar como miembros del panel. Al principio la cordura se mantuvo, pero al final, un final intempestivo, Castellanos del Tejar -a una sarcastica provocacion de Tinedo- salto de su silla y, para estupor del publico y de los demas panelistas, le dirigio a su adversario la amenaza de una muerte vil. El suceso fue deplorado por los medios intelectuales, aprovechado por los diarios, reido por el populacho y desdeñado por Tinedo, quien lo atribuyo a algun desequilibrio siquico de Castellanos del Tejar. El propio Castellanos del Tejar admitio haberse alterado mas de lo prudente, pero afirmo para su descargo detestar las bromas pesadas de Tinedo. Lo cierto es que, aparentemente a raiz del hecho, Castellanos del Tejar no se dejo ver por algunos dias en la universidad. No contestaba el telefono y las notas dejadas en la puerta de su apartamento no recibieron contestacion alguna de parte suya. Sus amigos mas cercanos no lo encontraron en las tascas que frecuentaba y su ex esposa, con quien mantenia relaciones posmaritales bastante notorias, en lugar de informar de su paradero pedia le informaran a ella. Entre los amigos de Oscar Tinedo se rego la suposicion de que Castellanos del Tejar preparaba el cumplimiento de su amenaza, y pronto empezaron a sugerirle que se cuidara y a ofrecerle armas de cualquier filo o calibre, pero el seguia en su voluntario desapego a la precaucion porque, decia, no creia que Castellanos del Tejar fuera capaz realmente de hacer algo asi. No obstante, Tinedo guardaba para si fuertes aprensiones de lo que pudiera estar maquinando su adversario desde la penumbra. Una noche, cerca de las doce, yendo hacia su casa, Tinedo fue interceptado por Castellanos del Tejar en persona. Tenia aspecto descuidado y llevaba consigo un bolso muy pesado. Tinedo se le enfrento esperando lo peor, pero Castellanos del Tejar le aseguro que no venia a agredirlo sino, por el contrario, a mostrarle algo que podria unirlos en torno a un objetivo comun. Despues de una pequeña pero tirante conversacion, Tinedo se dejo acompañar hasta su casa por Castellanos del Tejar, cuya facha de enajenado inspiraba en aquel una
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