Un fin natural es un fundamento de posibilidad; un fin último es una razón de existencia; un fin final es un ser que posee en sí la razón de la existencia. Pero, ¿qué es un fin final? Sólo el hombre, en tanto que ser razonable, puede encontrar el fin de su existencia en sí mismo. La cuestión fundamental de un fin final en el acto de crear sobrepasa toda teología natural y no puede incluso ser concebida por ella. Gilles Deleuze analiza minuciosamente las tres obras críticas de Kant: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.
Ficha técnica
Traductor: Marco Aurelio Galmarini
Editorial: Catedra
ISBN: 9788437615882
Idioma: Castellano
Número de páginas: 136
Tiempo de lectura:
3h 9m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 19/01/1998
Año de edición: 1997
Plaza de edición: Madrid
Alto: 18.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Gilles Deleuze
Gilles Deleuze nació en París en 1925. Fue profesor de Filosofía en la Sorbonne y es autor de varios libros, entre ellos, Nietzsche y la filosofía, La filosofía crítica de Kant, Proust y los signos, Spinoza: filosofía práctica, La lógica del sentido, La imagen-tiempo y, en colaboración con Félix Guattari, El anti-Edipo, obra que le dio a conocer mundialmente y le convirtió en uno de los filósofos más polémicos de la década de 1960. Deleuze es una figura clave de la filosofía posestructuralista francesa. Considerado empirista y vitalista, su obra, que se basa en conceptos como la multiplicidad, el constructivismo, la diferencia y el deseo, se aleja sustancialmente de las principales tradiciones del pensamiento continental del siglo xx y le sitúan como una figura influyente en las consideraciones actuales sobre la sociedad, la creatividad y la subjetividad. Deleuze escribió sobre Spinoza, Nietzsche, Kant, Leibniz entre otros, entre los que también contaban autores y obras literarias, el cine y el arte. Deleuze afirmaba que no escribía «sobre» arte, literatura o cine, sino que emprendía «encuentros» filosóficos que le llevaban a nuevos conceptos. Como constructivista, era categórico al afirmar que los filósofos son creadores y que cada lectura de la filosofía, o cada encuentro filosófico, debería inspirar nuevos conceptos.