Santiago Sagredo explora la fugacidad, indaga en la parte invisible de la falacia, escudriña en el rastro y retrata la colisión de un rostro ajeno pero cómplice o en el temblor de un enigma. Lo suyo es la presencia de la ausencia, las oquedades, el tacto de la luz que creiamos vista y nuestra. En sus imagenes hay siempre una inquietante quietud, un arrebato de espectaculo silencioso, una carga de profundidad, un kilogramo de extrañeza, como si el cuerpo hubiera dejado de pensar y ya solo lo hiciera la mirada engañada, el paso, lo fugaz, la perdida...Su composicion es el movimiento estetico o la huella de vapor y bruma de un silencio fragmentado en multiples perspectivas. Hay un foco y un enfoque y numerosos ojos, y aun mas miradas e infinitos puntos de fuga. Caben rostros y edificios, paisajes derruidos en paisajes, ruinas humanas que parecen rascacielos y nacimientos y muertes en vida como vasos sanguineos de una transfusion interminable. De ojo en ojo. De luz en sombra, y viceversa. Sagredo, filosofo con camara, atento a las texturas del pensamiento liquido, trae aqui las texturas de su tratado, el territorio sentimental del rayo que cesa, la escritura de la infancia, el desgarro maternal, la herrumbre de la soledad, el asombro del cuerpo, la otredad cultural, la indagacion huerfana de complicidad, la uniformidad pasiva de lo gregario, el flujo de las vidas detenidas, lo ensimismado de lo menesteroso, o el azaroso ingenio de la realidad.La suya es una fotografia de contrastes u oposiciones, de hallazgos simetricos y golpes de luz metodicos, de gentes en espera y muros usados, de ruinas sin edad y relatos desmembrados, sin sospechosos ni mas suspense que la vida detenida. Lo importante no es su pulcro estudio de composicion ni la perseguida perfeccion tecnica, sino la vocacion del testimonio, el album de pluralidad, la encrucijada de la contemplacion, la pose desvelada. Entre lineas, la escritura fotografica de Sagredo sangra historias interrumpidas, enunciados de pintura, gestos al natural y geometrias vanas.
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