La apología puede dividirse en tres partes, cada una de las que tiene su objeto.En la primera parte, la que precede a la deliberación de los jueces sobre la inocencia o la culpabilidad del acusado, Socrates responde en general a todos los adversarios que le han ocasionado su manera de vivir lejos de los negocios publicos y sus conversaciones de todos los dias en las plazas, en las encrucijadas y en los paseos de Atenas. Socrates, se decia, es un hombre peligroso, que intenta penetrar los misterios del cielo y de la tierra, que tiene la magia de hacer buena la peor causa, y que enseña publicamente el secreto. Socrates responde que jamas se ha mezclado en las cosas divinas; que su enseñanza no era como la de los sofistas que exigian un salario, si bien sobre este ultimo punto no habia acusacion. En fin, en apoyo de esta enseñanza popular, esforzandose en hacer ver a los unos su falsa ciencia, y a los otros su ignorancia, invoca una mision sagrada recibida del dios de Delfos. ¿Era este el camino de congraciarse, teniendo en frente los resentimientos profundos que hacia mucho tiempo habia excitado su punzante ironia? No; toda esta justificacion, que elude los cargos mas bien que los rechaza, solo podia servir para aumentar la desconfianza de los jueces, prevenidos ya en su contra.Asi es que su verdadero valor y su interes aparecen por entero en la consecuencia moral, que Socrates procura deducir con tanta profundidad como ironia. Dice que ha conversado sucesivamente con los poetas, con los politicos, con los artistas y con los oradores; es decir, con los hombres que pasan por los mas habiles y los mas sabios de todos; y como ha visto en los unos y en los otros, en medio de su exagerada pretension a una sabiduria y a una habilidad universales, igual incapacidad para justificarlos hasta en el dominio limitado de su respectivo arte, declara que a sus ojos la sabiduria humana es bien poca cosa, o mas bien, que no es nada si no se inspira en la unica verdadera sabiduria, que reside en Dios, y que solo se revela al hombre por las luces de la razon.
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